Etnias Indígenas del Estado Amazonas - Venezuela

Etnias Indígenas del Estado Amazonas - Venezuela

El Estado Amazonas se caracteriza por contar con una importante diversidad cultural representada por sus 15 etnias, cada una poseedora de su propia cultura, lengua, arquitectura, tradiciones milenarias, manifestaciones rupestres, etnográficas y folklóricas, expresadas éstas últimas por danzas, cantos nativos y música realizada con instrumentos típicos de viento y de percusión. Durante los meses de Mayo, Junio y Julio, con la llegada de las lluvias los diferentes grupos indígenas celebran con danzas y fiestas según la costumbres de cada uno. Las distintas etnias tienen la costumbre de celebrar una fiesta Warime cada tres años; dicha fiesta se realiza para celebrar tanto una gran cosecha como los nuevos matrimonios en el seno de la comunidad.

Etnia Indígena Ye'kwana

Los hijos de Wanadi: Para los indígenas Makiritare, las cumbres del Duida - Marahuaca son un mundo mítico, sagrada cuna de sus dioses y árbol de la vida. viven, desde antes de la conquista española, en la banda derecha o Este del Alto Orinoco, una región de montañas y selvas vírgenes que hasta ahora, ha quedado apenas explorada.

La palabra so'to (la gente) es el autogentilicio verdadero para este grupo étnico. Según la tradición de los so'to, existe en la raíz del universo un poder personal, supremo, esotérico, inaccesible, inactivo de por sí, que no se manifiesta directamente a la creación porque la trasciende. Ese poder personalizado se conoce como "el otro Wanadi".

En la tradición so'to, creaciones y destrucciones cósmicas corresponden a períodos o a mundos sucesivos ligados a los damodede (encarnaciones o avatares) de Wanadi. El mundo es destruido y recreado como consecuencia de la eterna lucha cósmica librada entre Wanadi y Odosha, el Bien y el Mal, la Luz y las Tinieblas, para asegurarse el gobierno del mundo.

En la actualidad los Yanomami se presentan divididos en cuatro grupos lingüísticos Estas lenguas aunque diferenciadas, se entienden mutuamente En nuestro país están representados por: los Yanomami, los Sanema o Sanima, los Ninam o Yanam.

Todo este territorio está surcado por una densa red de cursos de agua que desembocan en el Alto Orinoco Los Yanomami se trasladan generalmente caminando, no son navegantes Antes y todavía hoy día, utilizan pasarelas y puentes colgantes para cruzar sus ríos. Su subsistencia se deriva de la agricultura, la caza, pesca y recolección de los frutos del bosque Estas actividades se desarrollan en los alrededores de las viviendas o shaponos, las cuales constan de una estructura circular alrededor de una especie de plaza con una serie de cobertizos familiares Para formar la cobertura del techo utilizan las hojas de una pequeña palma del género Geonoma. Utilizan diferentes materiales de la naturaleza para fabricar las cuerdas, hilos, cabuyas y correas que necesitan Los hilos de algodón se usan para adornos y para la confección de los chinchorros y los guayucos que llevan las mujeres La corteza de una especie de yagrumo Cecropia metensis es la más adecuada para hacer los tensores de los arcos y las cuerdas de los chinchorros. Los Yanomamis mascan tabaco, se lo colocan bajo el labio inferior y pocas veces en la parte superior; humedecen las hojas secas y lo mezclan con ceniza caliente. Utilizan alucinógenos muy potentes como el yopo Anadenanthera peregrina, preparan con ella un polvo que mezclan con las cenizas del árbol Elizabetha princeps, luego lo inhalan utilizando un tubo largo, éste se construye de una caña carente de nudos, fina y liviana Un extremo lleva una seilla de Cucurito perforada internamente, la cual se pega a la caña con peramán . Se puede decir que estos venezolanos autóctonos administran sabiamente los recursos naturales que la naturaleza les provee. Para los antropólogos culturales esta es una de las etnias más antiguas que sobreviven en el planeta.

Etnia Indígena Wóthu'ha o Piaroas

Habitantes de Yapacana. Son un grupo selvático que ocupa el bosque pluvial del Escudo Guayanés. La mayor parte de la población se concentra en los afluentes y subafluentes del Orinoco: Sipapo, Autana, Cuao, Guayapo, Alto Samariapo, Alto Cataniapo, Paria y Parguaza.

El término Piaroa es una deformación de De’Aruwe que significa Dueños de la selva, por tal razón todos los demás animales son sus hermanos y descienden de troncos comunes primigenios. Por eso alimentarse de los animales selváticos, representa comerse a sus propios hermanos, pero su mitología ha creado un personaje llamado Muka-Kuyeli, que es un águila y tiene el poder de convertir en vegetal lo que come la sociedad Piaroa. En el Warime que es la más grande de las ceremonias Piaroa, el chamán o De’Aruwe dueño del canto, canta y sopla sobre las presas de los animales de cacería y se invoca a Muka-Kuyeli y de esta manera, el chamán adquiere los poderes de Muka-Kuyeli para poder transformar la carne en vegetal. Es una lengua estable con dos dialectos y está emparentada con la cultura Sáliva, sus hablantes se encuentran distribuidos por gran parte de los estados Amazonas y Bolívar, aunque sus comunidades se encuentran siempre cercanas a ríos y caños como el río Parguaza, caño Guayapo, caño Cuao, caño Autana, río Sipapo, caño Paria Grande, caño Paria Chiquito, caño Samaripo, caño Parhueña caño Marieta, caño Mosquito, caño Piedra, caño Camani, caño Parucito, caño Grulla, caño Mure y caño Piojo. También hay comunidades Piaroa en la margen derecha del río Ventuari, desde el caserío Morocoto hasta la cuenca del río Manapiare; en la margen derecha del río Chivapure y en el río Orinoco desde caño Piojo hasta San José de Puruname. Viven cerca de Puerto Ayacucho y la mayor parte de sus comunidades se encuentran inmersas en la selva montañosa. Para esta cultura no existen las fronteras, su ley es la de habitar la selva que es el centro de su cosmogonía.

Se dice que sobre esta lengua y la Sáliva existe influencia de la familia Arahuaca o Arawaka. La denominación Piaroa es un término criollo para designar a esta cultura, en su idioma se autodenominan Uwotuja o Uhuothoj’a que significa “gente pacífica”. La cultura Piaroa no está desvinculada de la concepción mítica, por ello realizan todas sus actividades de subsistencia unidos al conocimiento de su universo mítico con la ritualización para las cosechas, para la procreación, para la siembra, para poder talar árboles, para abrir caminos, para movilizar piedras, para pescar, cazar, viajar, relatar una historia, contar un cuento, cantar una canción, narrar un mito, hacer una oración o pronunciar una fórmula mágica, para explicar los principios religiosos de su cultura, cortar la materia prima que sirve para la confección de sus objetos y utensilios explicando además el porqué de cada pieza que elaboran.

Sus manifestaciones artísticas no son artes de ver, son artes de descifrar y de leer, porque cada objeto y utensilio lleva implícito todo un conocimiento simbólico que muchas veces no es ni siquiera posible trasladarlo a la comprensión cabal de otro lenguaje. La cultura de los De’áruwa o Piaroa habita en las cuencas de los ríos Puruname, Sipapo, Autana, Cuao, Guayapo, Samariapo, Cataniapo, Paria, Parguaza, el Alto Suapure, la cuenca inferior del Ventuari, el valle del Manapiare, cerca de Puerto Ayacucho y el margen colombiano del Orinoco.

Sus poblados están formados por varias casas comunales o churuatas. Hombres y mujeres De’áruwa visten guayucos hechos con el algodón que cultivan en los conucos. También usan plumas para adornarse el cuerpo, además de coronas, tocados, brazaletes y collares hechos con dientes de caimán o báquiro ensartados con plumas multicolores. Se pintan signos con sellos de madera que combinan diseños, formas y tamaños diversos. Consideran que llevan esos signos dentro del cuerpo. Son la representación gráfica de un saber adquirido con los años en complejas ceremonias. Los signos femeninos encierran a las mujeres en su destino de fertilidad y los masculinos someten a los hombres a los designios promisorios de la caza y a los poderes del canto shamánico. Tradicionalmente construyen tres tipos de casas comunales, cuyos techos son de palma; el estilo y la dimensión de la casa o churuata define el status del ocupante.

Las actividades de las mujeres está concentrada en la confección de los guayucos para la familia, para lo cual hilan el algodón y lo tejen en un telar; también construyen los accesorios para adornar sus cuerpos, tales como collares confeccionados con dientes de animales, plumas de animales, con fibra y semillas de algunas plantas. Para sus fiestas y rituales se aplican diferentes pinturas en la cara y el cuello, los cuales se hacen con las hojas de una enredadera que secan al sol y luego pulverizan.

Para la realización de adornos corporales, tanto masculinos como femeninos, la mujer Piaroa utiliza hilos de algodón, mostacilla, semillas, huesos y dientes de animales, conchas de caracol y monedas de metal. Estros materiales se obtienen del intercambio comercial con otros grupos indígenas o del proceso de transformación del algodón silvestre en hilo, de igual forma los huesos y dientes se obtienen de las presas de cacería que traen los hombres a la comunidad. Otros adornos ceremoniales se confeccionan con plumas de algunas aves como el tucán o la guacamaya. También se utilizan resinas vegetales como pegamento y selladores. No existe fecha específica para elaborar adornos, sólo se necesitan los materiales apropiados y el conocimiento de la manufactura.

Entre los bailes tradicionales de la cultura indígena Piaroa se encuentra el baile conocido como Terecai o baile de la tortuga, que inicia con dos filas de hombres que danzan uno detrás de otro, tomando al de adelante por la cintura con ambos brazos. Danzan agachados y el primero de cada una de las dos filas lleva una caparazón de tortuga a la que le saca sonidos soplando dentro mientras roza con una mano la abertura donde antes estaba la cabeza del animal. Ambas filas realizan varias figuras, unas veces una fila gira dentro de la otra y ambas en sentidos contrarios; en otra ocasión las filas danzan atrás y adelante mientras dos mujeres les dan a beber yaraque o jugo de seje a cada participante del baile en una totuma. Existe otro baile conocido como Rere que es muy similar al anterior, incluso en instrumentos y pasos, pero se agrega que al primer hombre de cada fila que lleva la caparazón de tortuga, una mujer le empuja obligando a toda la fila a retroceder y avanzar continuamente, propiciando las figuras de espirales que se enroscan una dentro de otra y se desenroscan luego.



Poseen un extenso conocimiento botánico. En sus ceremonias rituales inhalan sustancias enniógenas, cuya preparación es muy cuidadosa. Cada shamán tiene su propia manera de hacerlas para lograr la mejor calidad posible. Los shamanes utilizan alucinógenos, como el yopo, el cual es confeccionado con semillas recogidas de las plantas que crecen en los afloramientos de rocas o en los cerros de la zona. Para sus ritos ceremoniales o cantos shamánicos, el shamán busca preservar el bienestar de los que viven con él. Durante sus fiestas o warime, los bailarines se colocan una máscara, con mucho colorido, con la cual se cubren el rostro. Las hay de tres formas: la de báquiro, la del mono blanco y la de rey o espíritu de la selva. El yopo y los utensilios destinados a su consumo se guardan en pequeñas cestas tejidas en forma de caja, llamadas petacas o yoperas, que contienen un mortero de madera con su mano de moler, el inhalador, la brocha para agrupar el polvo alucinógeno, un estuche de caracol, el peine y una pluma de paují con la que mantienen limpios los canales del inhalador.

El Warime es el rito más importante de los De’áruwa. Se trata de una ceremonia de fertilidad que se celebra cada tres años, durante la cual los báquiros, ancestros míticos, son atraídos desde sus zonas sagradas hasta su territorio. Requiere de la fabricación de objetos sagrados como máscaras, instrumentos musicales y vestimentas. Una máscara corresponde al báquiro, otra tiene la forma del mono blanco y una tercera representa a Re’yo, espíritu maligno de la abeja. Los instrumentos musicales De’áruwa imitan sonidos de los animales ancestrales. La wora, por ejemplo, es una flauta hecha de bambú que al ser tocada emite un sonido similar al rugido del jaguar. Otras flautas imitan el canto del tucán o el grito del mono aullador. Son objetos sagrados, pero también se fabrican hoy en día con fines comerciales.

a vida diaria de los De’áruwa gira alrededor de los conucos. Durante las lluvias, cultivan plátanos, batatas, caña, piña, algodón, y sobre todo yuca amarga, su principal producto agrícola. Cazan durante la sequía, usando cerbatanas con las que lanzan dardos envenenados con curare. Comen monos, cachicamos, chigüires y lapas, además de algunos reptiles, como la baba y el caimán, además de una gran variedad de peces y pájaros. Pero se someten a una serie de restricciones alimenticias; evitan la cacería del báquiro, su animal sagrado y evitan también la caza de piezas grandes como el venado. Recolectan frutas, insectos y serpientes. La recolección se lleva a cabo en expediciones en las que participan hombres, mujeres y niños. Al regreso de la faena, todo lo encontrado se distribuye equitativamente entre las familias que habitan la casa comunal.

En algunos poblados donde prevalece un alto grado de cooperación en el grupo, los individuos gozan de libertad para elegir sus actividades. Por ejemplo, un hombre no está obligado a cazar si prefiere quedarse en casa fabricando una cesta. La cestería es una práctica utilitaria para los De’áruwa. Fabrican catumares, mapires, sebucanes y guapas. Como en otros grupos indígenas de la región, la alfarería ha desaparecido por el uso cada vez mayor de recipientes de aluminio o plástico. Sin embargo, en la región del Alto Cuao, los De’áruwa producen algunas ollas y otros recipientes de barro que se usan para almacenar alimentos y líquidos. Las actividades de subsistencia incluyen la horticultura, la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres.

La Curiara es el medio de transporte que emplean los habitantes de las comunidades indígenas para trasladarse por el río de un sitio a otro y como lataforma para pescar. Por su versatilidad y adaptación a los ríos ha sido adoptada también por poblaciones criollas. La curiara se construye a partir del tronco de los árboles de palo de cachicamo, laurel o salzafra, notables por su durabilidad. Para hacer una curiara se requiere una semana de trabajo continuo. En la cultura Piaroa los hombres son los encargados de elaborar estas embarcaciones, aun cuando sólo algunos conocen técnicas y manejo de herramientas para su construcción. El tamaño así como su forma dependerá de la carga y el uso que se le dará a la embarcación. Cada embarcación se realiza partiendo de un solo tronco de árbol, el cual será cortado según las características de tamaño y forma de la curiara. La escogencia del árbol, así como su talado es tarea de los hombres y en ninguna parte del proceso participan las mujeres. La curiara es un bien común entre los hombres de una familia, siendo su cuidado y reparación tareas conjuntas de los que la utilizan.

Desde hace varios años la sociedad Piaroa ha experimentado cambios como el uso de la lengua castellana y la educación formal, hoy día muchos de ellos se han trasladado hasta la Ciudad de Puerto Ayacucho y sus alrededores.

Etnia Indígena Piapoco

Son una etnia indígena cuya lengua proviene de la familia lingüística Arahuaca, también conocida como Arawaka. Estánen proceso de debilitamiento lingüístico ya que quedan muy pocos hablantes. Se estima que toda la población Piapoco está integrada por una centena de individuos y se encuentran diseminados en pequeños grupos que ocupan el Guiare Indira y el Guaria en las cabeceras del río con el vecino territorio de Colombia por la zona fronteriza de Venezuela. Están organizados en comunidades y practican el intercambio abundante de artesanía al igual que las culturas Puinave y los Macu. La denominación Piapoco es un término criollo para designar a esta cultura, en su idioma se autodenominan Tsatse. Los Tsatse, o “gente del tucán”, habitaban la región comprendida entre el Amazonas y el Delta del Orinoco y controlaban el Alto Río Negro, la unión estratégica entre los dos grandes sistemas fluviales, centro de la red de intercambio comercial que enlazaba, como lo señalan las crónicas más tempranas, el Amazonas, los Llanos y los Andes. Cambios políticos y culturales en el seno de esta sociedad dieron origen a los grupos Arahuaco de hoy, los Warekena, los Wakuénai, los Bare y los Baniwa. En el caso de los Tsatse, la adaptación a distintos ecosistemas influyó en la diferenciación de esta etnia en dos grupos claramente definidos, los Tsatse de la sabana, llamados Manakuári; y los de selva, conocidos como Análima. En la actualidad los Tsatse habitan principalmente los llanos orientales de Colombia. En Venezuela existen algunos asentamientos en el Estado Amazonas, como los poblados de Primavera, Laja Lisa, Morichal, Agua Blanca, Siquita-Ibucubáwa y Cataniapo.

Otras familias Tsatse se han integrado a la vida de las poblaciones de Puerto Ayacucho, San Fernando de Atabapo y Maroa. En el municipio Atures existen cinco comunidades Piapoco o Tsatse ubicadas cuatro en el eje carretero norte llamadas Picatonal, San José, Sejal y Sabaneta de Parhueñas mientras que en el eje carretero sur se encuentra la comunidad de Agua Blanca.
La conquista y colonización fueron debilitando el comercio interétnico hasta hacerlo desaparecer. Las continuas invasiones, repliegues y desplazamientos de los grupos étnicos de la región trajeron como consecuencia, no sólo la reducción del territorio Tsatse, sino también un cambio de los patrones de asentamiento tradicionales. El cambio más importante ha sido el abandono de las casas comunales. Los Tsatse viven ahora en casas unifamiliares al estilo criollo, de planta rectangular, con una puerta y sin ventanas, provistas de un huerto familiar donde siembran productos menores de consumo doméstico. Aunque algunas mujeres saben hilar algodón y tejer con telares, estas técnicas han caído en desuso debido a la asimilación a la sociedad criolla. Visten al estilo criollo y al parecer, la adquisición de ropa fue una de las causas de su migración a Venezuela, donde podían adquirirla con mayor facilidad. No obstante los Tsatse continúan practicando el arte de la cestería tradicional. Tejen sebucanes, manares y guapas, utilizando para ello fibras muy diversas como curagua, cucurito, tirite, chiquichique y cumare.

Los Tsatse son exógamos y en algunos casos practican la poligamia. La primera mujer ejerce cierta autoridad sobre las otras. Pero son raros los conflictos entre esposas. Todas viven en una misma casa y se distribuyen las tareas de acuerdo con la edad, la mujer más joven se encarga de los trabajos agrícolas que requieren fuerza, la de mayor edad se ocupa de la cocina, los niños y la casa. En esta forma de organización social, el núcleo familiar es la unidad básica de una estructura más amplia, la familia extensa. Cada una de las familias extensas posee un jefe natural que ejerce autoridad. Las mujeres y niños son completamente dependientes de la autoridad del marido o padre.

Los Tsatse se organizan en cinco grandes grupos descendientes de cinco hermanos míticos, cuyo orden de nacimiento determina la posición jerárquica de cada grupo. Los jefes se agrupan en un “consejo de ancianos” que reconoce como autoridad al “capitán” de la comunidad, que es por ejemplo, el fundador del poblado o el hombre de mayor edad y en todo caso una persona de prestigio y mérito.

Para los Piapoco o Tsatse que habitan en el municipio Atures hay tres grupos que se diferencian apenas por el tono de piel y forman comunidades diferenciadas. Estos tres grupos son los Chase Itakenai o nietos del Piapoco que es el tucán y son de piel rojiza; los Atalau Itakenai que significa, nieto de la guacamaya que son de piel más clara y los Aicu Itakenai o nietos del palo cuyam tez es más oscura.



Etnia Indígena Warekena

El nombre Warekena significa “nietos del picure”, animal sagrado del cual se consideran descendientes. Esta cultura se desprendió de un grupo social más amplio conformado por los Tariana, Baré, Tsatse y Wakuénai, lo cual se evidencia en la extraordinaria similitud lingüística y cultural que guarda con ellos. Pertenecen a la misma familia lingüística arahuaca, lo que se evidencia en la facilidad que tiene el Warekena para aprender otras lenguas y no sólo del grupo arahuaco. Por lo general, además de tres o cuatro lenguas indígenas, dominan el castellano, el portugués y el yeral, una lengua de la región que mezcla castellano, portugués y varias lenguas indígenas del grupo arahuaco. La lengua Warekena está hoy casi extinta y los warekena han adoptado la lengua de los Baniwa, grupo con el que comparten muchos rasgos culturales.

La población Warekena habita principalmente en la comunidad de Wayanapi o Guzmán Blanco, a orillas del Guainía Río Negro y en algunos sitios del caño San Miguel o Itini-Wini. Sin embargo, muchas familias emigraron hacia el Orinoco, el Atabapo y Puerto Ayacucho, como consecuencia del proceso de colonización y de la cruel explotación cauchera de los años 1913 a 1948. Una larga historia de contactos con caucheros, esclavistas, comerciantes y colonos en general hizo estragos en su cultura. Entre los Warekena capturados como esclavos para trabajar en la explotación cauchera hubo numerosos shamanes, depositarios de los secretos de su cultura que al morir se llevaron consigo la memoria de sus prácticas y ceremonias sagradas. Actualmente los Warekena acuden a los shamanes de sus vecinos Wakuénai en el Guainía, propiciando un renacimiento de sus ceremonias y rituales.

Desde hace poco han vuelto a celebrar ritos de iniciación de jóvenes Warekena, en los cuales se retoman las enseñanzas de Nápiruli. De acuerdo con sus creencias Nápiruli les transmitió la esencia del ser Warekena y les enseñó las técnicas, los diseños y los colores de la cestería y la alfarería. Según su tradición, la arcilla utilizada en la confección de ollas y recipientes fue depositada en los ríos por el héroe cultural Mjupe Numana. La alfarería Warekena guarda así una íntima relación con creencias mágico-religiosas que reglamentan su fabricación. La alfarería se hace con la técnica de enrollado y alisado de cintas de arcilla. Las vasijas, una vez quemadas, se decoran con una papilla de barro suave mezclada con resinas vegetales que las hace impermeables. Desafortunadamente, como sucede con otros grupos de la región, la alfarería Warekena comienza a desaparecer remplazada por ollas y otros utensilios de plástico y aluminio. Utilitarios, como guapas y manares, usados para el procesamiento de la yuca amarga. También es frecuente la fabricación de cestas de carga. Con la fibra de chiquichique, fabrican escobas que son usadas en tareas domésticas y otras de menor tamaño, que utilizan para esparcir la harina de yuca sobre el budare, durante el proceso de elaboración del casabe y el mañoco.

La extracción del chiquichique ha dado lugar a un cambio en la economía de autoconsumo de los Warekena, quienes se han vuelto cada vez más dependientes de los comerciantes criollos. Estos han implantado en la región las fórmulas del trabajo asalariado. Muchas transacciones se hacen además según el sistema de “avances”. Los indígenas entregan conos de fibra a comerciantes y tenderos, quienes “adelantan” productos industriales como motores fuera de borda, telas, alimentos enlatados, anzuelos, municiones, azúcar, café, sal, leche en polvo, aguardiente y jabón. Estos bienes se cargan a una cuenta interminable que los indígenas no logran saldar, y que los endeuda de por vida. Para cubrir las apremiantes necesidades de subsistencia, dedican el poco tiempo libre que deja la actividad extractiva a la agricultura de tala y quema.

Los conucos Warekena, similares a los de otros grupos étnicos de la región, se ubican en las cercanías del caño San Miguel. Durante la temporada seca, los Warekena se dedican a la pesca, utilizando trampas llamadas cacures y redes tejidas con fibra cumare fabricadas por ellos mismos. Y aunque menos reconocidos que los Ye’kuana, los Warekena también son buenos navegantes y fabricantes de curiaras.

Etnia Indígena Baré

Existen varios posibles significados del nombre Baré, uno de ellos indica que significa “compañero”. También se dice que la palabra podría derivar de “bari”, que significa “hombres blancos”. Los Baré hablan una lengua que pertenece a la familia lingüística Arahuaca, también conocida como Arawaka y se encuentra en un estado avanzado de debilitamiento lingüístico; está extinta en Brasil y los pocos hablantes que quedan en Venezuela tienen una edad muy avanzada. El territorio Baré se extendía desde Manaos a todo lo largo del Medio y Alto Río Negro y el brazo del Casiquiare, hasta algunas rancherías en el río Pacimoni. Situada en los límites del imperio español y portugués, la región fue escenario de continuas migraciones y disputas.Por algo más de un siglo después de la independencia de Venezuela, la administración política en la región del Río Negro estaba en manos de caudillos que se beneficiaron con la extracción del caucho, empleando a muchas culturas indígenas, persiguiendo a estas comunidades, cercándolas, obligándolas a dispersarse y replegarse de sus territorios ancestrales. Por ello los Baré están dispersos en la región del Casiquiare, en centros poblados criollos como Puerto Ayacucho, San Fernando de Atabapo, Solano, San Carlos de Río Negro, Santa Rosa de Amanadona y Santa Lucía.

Poco se conoce acerca de cómo fue la vida económica, social y política de esta cultura cuando habitaban la región del Río Negro. Es posible que compartieran con otros grupos de la región los mismos medios de subsistencia, como la agricultura de conuco según el sistema de tala y quema, la recolección, la caza y la pesca. Se dice que la mayor parte de los trabajos agrícolas a excepción de la tala, eran tareas femeninas. Las mujeres se ocupaban de sembrar y cosechar yuca, hacer casabe y mañoco, atender los oficios domésticos, teñir y torcer fibras para tejer chinchorros, y hacer la alfarería.

e cuenta que la escasez de mamíferos de gran tamaño en la región hacía de la caza una actividad poco frecuente y por ello era propiciada mediante amuletos y fórmulas mágicas. Es probable que cazaran dantas, picures y lapas, además de algunas aves como pavas, paujíes y gallinetas. Usaban cerbatanas, arcos, flechas y algunas armas introducidas por los europeos, como rifles y machetes. Hombres y mujeres vestían guayucos confeccionados con marima. Desde hace tiempo, los hombres han adoptado el pantalón y las mujeres usan una falda larga. Entre los objetos de la cultura material Baré destacan los chinchorros tejidos con fibras de cumare, curagua y moriche. Estas fibras deshilachadas y secadas al sol, eran teñidas de rojo, morado y amarillo. Los Baré fabricaban con chiquichique toda la cordelería necesaria para pescar.

La Fiestas del Dabukuri de los Baré, es una ceremonia sagrada que se practica en la cultura indígena Baré. Al amanecer se reúnen diferentes familias que viven en diferentes comunidades para realizar las fiestas del Dabukuri. En la fiesta toman yaraque, yucuta de seje, manaca, comen frutas y cabezones; realizan cacerías y pescan. Estas actividades se dividen entre las familias. Unas se van al río o caño a pescar cabezones y los amarran cuatro en cada vara; otro grupo familiar recoge las frutas y otros van de cacería. Un grupo de hombres van tocando los instrumentos musicales sagrados, escondidos por la selva y en curiaras separadas produciendo un sonido desconocido y bonito. Al llegar al sitio de la celebración, los músicos se ocultan mientras otros hombres salen cada uno portando una vara con cuatro cabezones en cada vara y otros músicos tocan los instrumentos musicales permitidos para ser vistos por todos. Se organizan en una plazoleta donde acumulan las frutas, las presas de cacería, los pescados y las bebidas. Allí se reúnen todas las familias, bailan alrededor de todos estos alimentos y cada hombre baila con un pilón. Esta celebración se prolonga por tres días al cabo de los cuales los visitantes regresan a sus hogares, despidiéndose con cantos como el kamalaladáni.

Etnia Indígena Curripaco

Es el grupo Arahuaco o Arawako más numeroso de los que existen en la región. Están divididos en clanes, cada uno de los cuales tiene sus características lingüísticas. Se dedican especialmente al conuco complementando su dieta con los alimentos obtenidos mediante la caza y a la pesca aunque la mayor parte de su gastronomía gira en torno a una dieta tradicionalmente vegetariana, lo que contribuye a que sea una de las culturas con mayor experiencia y conocimientos respecto a hierbas medicinales y plantas comestibles.

El modo tradicional de construir sus poblados es en planta rectangular. Las casas son construidas una al lado de la otra formando una línea que luego se va torciendo y cerrando hasta dejar una plaza central totalmente libre y limpia de vegetación, como si todas las viviendas integraran una única y gran vivienda. El matrimonio se realiza generalmente entre personas de distintos clanes. La mujer que decide casarse descuelga su chinchorro en la casa de sus padres y lo coloca en la casa del hombre que desea sea su esposo y a partir de entonces pertenece al clan de éste al igual que los hijos. Si la mujer queda viuda, vuelve a pertenecer al clan de sus padres permaneciendo los hijos en el clan del padre difunto. El adulterio es castigado severamente a veces con la muerte de ambos cómplices.

La máxima autoridad de la comunidad es electo de por vida y sólo se le puede suceder al morir el anterior o al ser expulsado de su cargo por algun daño grave ocasionado a la misma. Se escoge entre todos los hombres adultos al más apto para dirigir los asuntos de la comunidad o del clan. A la máxima autoridad se le cataloga con un término que mezcla la palabra capitán, de origen criollo, con el idioma curripaco y se le denomina Guacapitánmate. Para ser capitán de la comunidad debe conocer todas las tradiciones y ritos así como los tiempos de cultivo, cacería y pesca además de estar dispuesto a ser el vocero o portador de las decisiones que se tomen en el seno de la comunidad ante otras comunidades.

El Irapa hada o chamán colabora en la escogencia aceptando a su vez lo que la población reconoce; apoya y aconseja al candidato. No existe rivalidad entre ambos, sino mutuo apoyo y entendimiento. Cada uno ejerce sus funciones como mediadores en los dos ámbitos que rigen la cosmogonía de esta cultura: el Irapa hada es el mediador entre el mundo de los hombres y el de los espíritus mientras que el Guacapitánmate es el intermediario entre las personas que constituyen la comunidad y otras comunidades. A diferencia del primero las decisiciones las toma la asamblea de ancianos y el Guacapitánmate sólo se limita a administrar cuándo, cómo y quiénes realizarán una determinada actividad en un determinado momento para que los diferentes grupos de trabajo garanticen la protección, el sustento y supervivencia de la comunidad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Patrimonio Histórico Cultural, Estado Carabobo

Mitos y Leyendas del Estado Anzoátegui Venezuela

Patrimonio Histórico Cultural, Estado Aragua